lunes, 23 de enero de 2012

Culpita de Dios: cuánta culpa, oh señor

Cuánta vergüenza, dios mío, no imagino con qué palabras decirlo. Si mamá escuchara, por favor, creo que enloquecería. Quién me manda a mí a querer contar tamañas cosas. Bueno, iré directo, al grano: le he mirado al bulto al hombre que vende repasadores en el colectivo. Es tremendo, lo sé, cuánto asco, pero juro que ha ocurrido así, como quien mira un gato en un árbol, o un zapato en una vidriera. Aseguro que no lo disfruté, no, para nada, quién podría disfrutar de un bulto, por favor.
Era un bulto como cualquiera supongo, pero algo extraño se marcaba ahí, justo en la curva del cierre. No podría profundizar demasiado, ni bien entendí el significado de lo que hacía volteé la cabeza y miré el semáforo en rojo. En rojo, oh claro, como el infierno. Son señales señor, el infierno estaba ahí, delante de mí, en el semáforo, y en el bulto de ese hombre del pecado.

domingo, 22 de enero de 2012

Culpita de Dios: las enseñanzas del Padre Navy

Seré sincera si les cuento que me gustaba más ir a la escuela. Esto de mudarse tan lejos para hacer una carrera universitaria es tedioso. Ni les diré de las personas; las hay de todas las formas y colores en la ciudad. Ya me lo dijo el Padre Navy antes de partir: “cuidado con esas facultades públicas, siempre hay gente con ideas extrañas lista para confundirte”. Dicho y hecho. Gracias a ellos, mejor dicho por su culpa, todo es más complicado desde que me mudé. Qué dirá el Padre Navy cuando le cuente lo mucho que me cuesta concentrarme durante la misa. Es así el Padre Navy, tanto se preocupa por nosotros el pobre… No quisiera imaginar qué sería de mi pueblo sin el Padre Navy y sus enseñanzas, sin su escuela ni su iglesia. Por ejemplo, yo sería como todas esas chicas jóvenes que se prostituyen en los boliches, besando a unos y otros. Y digo besar por no decir cosas peores, porque estas chicas de ahora sí que lo hacen todo. Creo que nunca voy a olvidar aquella clase de catequesis en octavo, cuando el Padre Navy nos explicó que cuando una chica joven pasa de uno en otro lo que hace es la prostitución, lo que hace con su cuerpo –¡templo del Espíritu Santo!, ¡casa de Dios!- es venderlo, profanarlo y prostituirlo. Gracias señor por darnos al Padre Navy.

sábado, 21 de enero de 2012

Culpita de Dios: la presentación

No sé si esto está bien. Dudo un poco en hacerlo y, la verdad, me da miedo. No quisiera que mis padres, ni mis hermanos, ni mis primos ni mis tíos lo vieran. Lo peor sería que lo vieran las chicas; eso sí sería terrible. Imaginen: una vida entera luchando en el camino correcto y, de buenas a primeras, una se descarrila y cae por el precipicio. No es que crea estar en el precipicio, claro; pero los demás podrían verlo de esa manera.
Sólo por esta vez, o quizás esta y alguna otra, daré mi verdadera identidad: Culpita de Dios M. Zuviría. En los próximos días me dirigiré a ustedes como Culpita de Dios, a secas.

viernes, 20 de enero de 2012

Comer, dormir, morir

Estoy borrando mensajes viejos
y encuentro mi última
comunicación con mi tía.
Es del 4; hoy es 20.
Dice que está en el médico
con el tío
y que de ahí se va a lo de
Fernando.
Fernando
es su único hijo varón
y murió hace algunas horas.
Yo voy viajando en colectivo
para encontrarme con ellos.
Me dieron de comer
y me dormí.
Cuando abrí los ojos me acordé
que mi primo murió y mi familia está viendo
cómo-seguir-viviendo.
Es terrible saber que uno
come y duerme
mientras otros, tan propios,
transitan
vivos
el infierno
de la
muerte.